ESPAÑA. Un producto para el chino capitalista

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escrito por Redacción Infopork

La imagen viene rápido a la cabeza: 1.300 millones de chinos devorando miles de jamones ibéricos al mes. Cuando se supo de la posibilidad de vender productos porcinos a China, no faltaron los 'visionarios' que auguraban un encarecimiento de los curados ante la imparable escalada del consumo en Oriente.

Sin embargo, no parece que esa vaya a ser la realidad, al menos a corto plazo. A pesar de que este país ha entrado con fuerza en el capitalismo, todavía son pocos los habitantes que tienen recursos como para pensar en comer jamón. En un principio, las necesidades de China pasan por la carne en fresco. Hoy en día es el primer productor del mundo de porcino, con más del 50% del total mundial. Sin embargo, la enfermedad de la 'oreja azul' ha hecho que en los últimos años sean deficitarios de este producto y deban importarlo. Y ahí entra en juego España, el cuarto productor del planeta. Como es sabido, la inmensa mayoría de esta producción nacional es de cerdo blanco, con un censo de 26 millones de animales frente a los 2,5/3 de ibérico.

Producto gourmet

¿Qué pasa entonces con el jamón? «Tendrá mercado para los que lo quieran pagar. Algo así como el caviar o el salmón, un producto delicatessen para clientes gourmet», asegura Jesús Esparza, promotor de la industria Iberselec. Esta firma, con sede en Montánchez, tienen enfocada parte de su producción hacia Japón y ha entrado recientemente en el mercado de Hong-Kong, antigua colonia británica devuelta a China pero que mantiene cierta autonomía. Esparza cree que la gran salida de los jamones extremeños en ese país se producirá a través del canal de la hostelería y la restauración.

Opinión parecida tiene Andrés de la Villa, un empresario extremeño de la construcción que desde hace años mantiene canales comerciales con oriente. «Desde mi experiencia, la carne de cerdo española en crudo no debe tener ningún problema allí. Más dificultad le veo al jamón, ya que no es un alimento que ellos consuman normalmente. Tienen un sucedáneo, el jamón de Yunnan, aunque sólo lo añaden a los guisos. Sin embargo, hay una clase social media-alta que está creciendo exponencialmente en los últimos años y que desea diferenciarse mediante el consumo de productos de calidad y lujo».

Mentalidad

Otro de los retos que puede existir en este desembarco comercial es el de la diferencia de mentalidad a la hora de hacer negocios. Para De la Villa, China «es un país muy grande y tiene muchos tipos de empresas, muy distintas. De todos modos, en la cultura china se valora mucho una buena relación personal y de confianza. Su economía está basada en bajos costes de mano de obra, pero necesitan plazos más grandes para concretar las operaciones. Mi experiencia personal es positiva, aunque hay que armarse de bastante paciencia. El tiempo transcurre en China a otro ritmo. Son más pausados, no les gustan las prisas, lo meditan todo mucho y se aseguran de que todo está correcto antes de cerrar ninguna operación. El factor de la relación personal lo valoran muchísimo». Por su parte, Esparza coincide en que el tiempo corre más despacio en China. «Para vender allí es necesario mantener la calidad y ser serios para conseguir mantener la fidelidad de la clientela. Sin embargo, creo que se trata de un mercado menos complicado que el japonés. Éstos son más mirados a la hora de cerrar un trato, mientras que los primeros son más lanzados».

 

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