Desde el 2005 al 2015, la producción porcina en Argentina registró un crecimiento exponencial, motivado por varios factores, entre ellos, el precio del maíz, un buen y sostenido precio de venta de la carne fresca, y el fomento por parte del gobierno de ese entonces a esta producción mediante diversas medidas como por ejemplo líneas de créditos, entre otros.
Traducido a números, según datos del Ministerio de Agricultura de la Nación, en 2005 la faena era de 2.470.124, y en 2015 llegó a las 5.523.715, es decir registró un incremento del 124%. La producción en 2005 era de 215.496, mientras que el 2015 llegó a las 483.437, un incremento del 124 %. El consumo por su parte era en 2005 de 6,22 kg por persona, y en 2015 llegó a los 12 kilogramos, es decir se incrementó un 82 %, gracias a diversas acciones de las que participaron entidades vinculadas al sector, al aumento de precio de la carne vacuna, y a la excelente calidad que alcanzó la carne producida en el país, cuyas cualidades comenzaron a ser visibilizadas por el público común.
Los buenos resultados alcanzados durante estos últimos años y las condiciones de alta y sostenida rentabilidad, ayudaron a que los productores pudieran mejorar técnicamente sus explotaciones, pudieran ampliarse, y además se fomentó el ingreso a la actividad de empresarios vinculados a la agricultura, que vieron en la porcicultura una opción favorable para diversificar sus economías y agregarles valor.
Este panorama cambió a partir de la llegada del nuevo gobierno, que implementó medidas que lejos de favorecer al sector, lo han puesto en un escenario en el que los actores deberán evaluar con cuidado cada paso que den para poder continuar teniendo números favorables en sus explotaciones.
Entre ellas, una de las más impactantes está siendo la apertura a las importaciones, según datos del Ministerio de Agricultura de la Nación, en el mes de mayo de 2005 se registraron importaciones por 553 toneladas, mientras que en el mismo mes de este año las importaciones alcanzaron un volumen de 2180 toneladas, es decir, una diferencia del 216% respecto del mismo mes el año anterior.
Cabe aclarar que las importaciones se realizan mientras que el volumen de la producción nacional sigue aumentando mes a mes, como era de esperarse por el impulso y expansión de la actividad detallada anteriormente.
Otra de las medidas difíciles de digerir fue la devaluación de la moneda que rondó el 40%, lo que elevó el precio del maíz, el principal insumo para la nutrición de los animales, generando una alta significativa en los costos de producción, los que además se vieron impactados por la eliminación de subsidios a impuestos como luz y gas, y aumentos de salarios, todas variables que influyen en el costo final de producción (ver cuadro relación capón-maíz).
En este contexto, diversas asociaciones de productores provinciales y nacionales han comenzado a solicitar al gobierno que revea alguna de las medidas adoptadas, en virtud de cooperar con que esta producción pueda continuar siendo una alternativa sustentable en Argentina, principalmente para los productores del país, quienes son los que han apostado en los últimos años a incorporar tecnología, incrementar la producción, mantener un excelente estatus sanitario, entre otros.
Además, se están difundiendo recomendaciones para los pequeños y medianos productores que son en estas circunstancias los más afectados, para que maximicen sus posibilidades de trabajar de manera eficientes en todo el proceso productivo, ya que de eso dependerá la continuidad o no de sus granjas.
Se han difundido además, modelos asociativos, que ayudan a conseguir mejores condiciones de compra de insumos y venta de carne.
Será fundamental entonces la capacidad que demuestre el sector para paliar el impacto de los dos grandes problemas que afectan la producción: incremento en los costos de producción, y baja del precio del capón en pie, para terminar el año con buenos números, y con todos los productores adentro.
