Las medidas políticas vigentes alejan al sistema agroalimentario porcino de un desarrollo sustentable

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escrito por Germán Piquer

Autor:  Ing. Agr. Ruben Suárez  –  Prof. Asoc. Dpto. Economía Agraria                                                                                               Facultad de Agronomía y Veterinaria – Universidad Nacional de Río Cuarto

La problemática que atraviesa el sistema agroalimentario porcino de Argentina afecta la producción con consecuencias económicas, sociales y ambientales desfavorables y el estado nacional, las provincias y municipios deberían tomar medidas urgentes si pretenden menguar daños.

Las medidas políticas tomadas por esta nueva gestión de gobierno tales como, la quita de subsidio, la apertura a las importaciones, la devaluación del peso frente al dólar, la disminución de gasto del estado, de no mediar correcciones, sin dudas modificarán el sistema agroalimentario porcino llevando a pérdidas de producción, con eliminación en todo el territorio nacional de productores, industrias, comercios y servicios, principalmente los más pequeños; disminución de riquezas; mayor concentración económica, desempleos; deterioro de la calidad de vida; y daños ambientales por desaparición de sistemas ganaderos más complementarios con sistemas agrícolas que se verán aún más intensificados por condiciones de negocios.

En el mundo éste sistema agroalimentario sufrió importantes cambios, principalmente a consecuencia de aparición de tecnologías que lo transformaron en una carne económica y saludable, siendo desde la década de 1980 la más consumida. En Argentina con condiciones competitivas ambientales y económicas para la producción este sistema agroalimentario también cambió, principalmente luego de la salida de la convertibilidad, alentando el consumo interno, con protección de importaciones y alimentos subsidiados. Si bien actualmente es la tercera carne consumida, luego de la carne bovina y la aviar, desde el año 2001 la producción creció de 200 a 500 mil toneladas, abasteciendo el consumo interno de carne fresca que pasó de 5 a 14 kilogramos por habitante año.

En Argentina el desarrollo de este sistema agroalimentario se dio con inclusión de pequeños y medianos productores en todo el territorio nacional. Según SENASA a fines de 2015 la actividad reunía a cerca de 85.000 productores de los cuales 96% tenían menos de 50 madres. Estos productores invirtieron recursos en organizar emprendimientos que le generaban ganancias suficientes para la subsistencia familiar, con sistemas a campo con menor eficiencia productiva que los confinamientos, pero menos contaminante ambientalmente y con mayor empleo por cerda madre o kilogramo producido. Los incrementos de producción y de este tipo de productores también contribuyó a lo largo de todo el territorio nacional a la dinamización de otros sectores de las economías regionales, como industrias, comercios, servicios, la mayoría pequeños y medianos emprendimientos; y aportaron a que en la mayoría de los hogares del territorio nacional incorporaran en su hábitos de consumos ésta proteína animal más económica y saludable que la bovina.

Los pequeños productores en la última década con relaciones de precio kilogramo capón-kilogramo maíz promedio anual de 8,5 lograron vivir de estos emprendimientos y realizar inversiones para incrementar escalas y eficiencias productivas. En los últimos meses medidas políticas tales como la quita de subsidios al maíz y la apertura de importaciones que permitieron a grandes industrias controlar los precios de compra de los animales, ha llevado que estos productores estén trabajando con relación precio capón maíz inferiores a 6. A éstas relaciones de precio producto insumo totalmente desfavorable se sumaron los incrementos en costos de combustible, gas, luz y de otros insumos que se utilizan en la producción. Situación que está ocasionando que muchos pequeños productores hayan comenzado a dejar la actividad, mientras otros que continúan trabajando a la espera de que la situación se recomponga, lo hacen con costos de producción superiores a los precios de venta ocasionándoles importantes pérdidas económicas.

Un sistema a campo de ciclo completo que produce capones con 40 madres con un adecuado nivel de productividad por ejemplo de 1.500 kilogramos por cerda madre año, con infraestructura y alimentos propios con un diferencial de 5 pesos entre precio de venta y costo de producción por kilogramo en diciembre del 2015 lograba obtener niveles de ganancia de $ 25.000 mensuales. Este mismo sistema productivo con un diferencial de 2 pesos de ganancia por kilogramo producido generaría sólo $10.000 mensuales. Obviamente este nivel de ganancia sería aún menor o negativo en un sistema de menor escala y eficiencia productiva, donde se empleen alimentos comprados, con arrendamientos o dispongan deudas. Por lo que se advierte que sólo acomodar las eficiencias productivas en este contexto económico no alcanza para lograr la sobrevivencia de los pequeños y medianos productores en el sector.

De continuar el paquete de medida donde los costos de producción de estos sistemas no son compensados por precios se debe pensar en la eliminación de miles de pequeños y medianos productores de la actividad, quienes disminuirán su calidad de vida, aportaran a incrementar los desempleos, se desaprovecharan inversiones públicas y privadas realizadas, se favorecerán los procesos de concentración y los daños ambientales, se disminuirá la generación de riquezas para las economías locales y regionales y la cantidad de personas que accedan a alimentos más sanos y económicos.

Aquellos que realmente defiendan la importancia de producir cerdos con pequeños productores deberían demandar políticas que atiendan la situación particular de estos productores. Mientras tanto se recomienda que en cada región: se analicen y cuantifiquen impactos económicos y financieros de medidas para subsistir en el negocio; se busquen estrategias que logren bajar el costo del kilogramo de carne producida y la consumida, sin perder escala y producción, tales como usos de alimentos alternativos, producción de alimentos propios; atención a factores determinantes de eficiencias productivas y de conversión alimentaria; disponer mayor información o asistencias que lleven a orientar sistemas menos dependientes de estas políticas; y buscar estrategias de alianzas entre productores, pequeñas y medianos industrias, comercios y servicios, organizaciones públicas y privadas y consumidores que permita proteger la economías locales con mayor cuidado ambiental, logren mayor estabilidad y la redistribución de los beneficios que se generen en mayor cantidad de personas posibles.

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