EQUIVOCAR EL DIAGNÓSTICO COMPROMETE LA SOLUCIÓN

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escrito por Germán Piquer

En exclusiva para Infopork, Victor Tonelli analiza la situación de la porcicultura Argentina brindando un panorama tanto de los problemas que se presentan como de posibles soluciones o recomendaciones para afrontarlos.

Lic Victor Tonelli (*)

El cambio de Gobierno a mediados de diciembre pasado modificó las principales variables del negocio de carnes (y de los granos) al liberar el cepo cambiario, las restricciones de las exportaciones y quitar los impuestos que las afectaban, adicionalmente produjeron otros ajustes entre los que el sinceramiento en el precio de los de los servicios públicos, entre otros, impactó de manera significativa en el aumento de los costos de producción.

Los cambios impactaron en el poder adquisitivo de los consumidores en un mercado en el que la oferta de carnes satisface la demanda con volúmenes altos respecto de la media histórica.

El conjunto de la oferta de carnes se encuentra hoy cercana a los 118kg/hab./año cuando se suman las provenientes de vacunos, pollos, cerdos y ovinos. La caída en la oferta de carne vacuna, cercana a los 5 kg/hab/año se compensó con una suba en partes similares en cerdo y pollo, de modo que la oferta continúa en altos niveles, tal como se preveía.

La demanda se encuentra con un poder de compra más acotado. Como resultado de ambas interacciones, los precios encuentran dificultad para acompañar la suba de costos y la rentabilidad resulta afectada, particularmente en las especies con mayor grado de intensificación que se encuentran con mayores niveles de oferta respecto de los años previos.

La situación es diferente según la especie considerada y como es habitual en nuestro país, lo que ocurra con la carne vacuna impacta en las otras carnes. En la vacuna la apertura al mercado global ha generado expectativas que motivaron a los productores a iniciar el proceso de retención, mayoritariamente de hembras para incrementar el rodeo de vientres y, en menor proporción, de machos con el objetivo de incrementar el peso de faena. Como resultado de este cambio la oferta de carne vacuna caerá este año entre 100 y 150 mil Tn res con hueso, si sumamos un incremento de 50/60 mil toneladas en las exportaciones, concluiremos que la oferta destinada al mercado interno caerá alrededor de 5 a 6 kg/hab/año. Todo esto sin que las exportaciones hayan podido mostrar su potencial.

Para el año que viene, si efectivamente las exportaciones comienzan a liderar la demanda de las categorías para ese destino deberíamos esperar una caída adicional para el mercado interno entre 2 y 3 puntos más quedando cercano a los 52 kg/hab/año. Esto será una circunstancia histórica que pondría a la carne vacuna participando con el 45% del total de la oferta de carnes, liberando espacio a las otras especies.

La carne de cerdo está llamada a capturar la mayor proporción de la demanda insatisfecha debido a que su sabor y forma de preparación se asemeja a la carne vacuna.

Dicho esto, me permitiré hacer algunos comentarios acerca de los problemas y la forma de encarar soluciones de la cadena de carnes porcinas.

En primer lugar me pregunto si están haciendo foco en los problemas estructurales y enfocar los cambios que le permitan potenciar la actividad o continúan esperando que las soluciones provengan de la mano del Estado, como ocurrió en el pasado reciente.

Me refiero al hecho que parte del éxito de los últimos años se apalancó en la caída de la oferta de carne vacuna por la pérdida de casi 10 millones de cabezas de stock y la consecuente suba de los precios al consumidor y del “subsidio” al costo de alimento (maiz/soja) dado por la combinación de retenciones y limitaciones a la exportación.

Las explicaciones acerca de los problemas actuales del sector están focalizadas centralmente en incremento del costo de los granos por remoción de las retenciones y limitaciones a su exportación y a la importación de carne de cerdo del exterior.

Analicemos cada caso en particular Las importaciones de carne de cerdo del exterior a fines de mayo representaron el 4% del total de la oferta disponible, menos de la mitad de lo que fueron en los últimos 6 años y una cuarta parte de lo que representaban en la década del ’90. Si bien tiene su impacto, no parecería ser este la causa de los problemas.

Analizando el incremento de costos del alimento, este proceso en realidad ocurre como consecuencia de la finalización de las brutales retenciones impuestas en el 2008 con las consecuencias conocidas en la actividad agrícola que atentaba con la disponibilidad futura de los granos. Es decir que se vuelve a una situación normal y el sector debería analizar este escenario como una condición normal y no como una interacción forzada ajena a su actividad.

Frente a estos argumentos sumados a costos de servicios y energía que afectan a todas las actividades de la economía, mi reflexión es que si bien impactan en los resultados, deben ser asumidos como parte de los desafíos de un sector que tiene, a mi juicio otros problemas a resolver, tanto o más importantes, pendientes de solución.

Uno de ellos es la participación del productor en la formación del precio final. De hecho el productor recibe cerca de 30% del valor del precio al público cuando en la carne vacuna reciben algo más del 50%. Esta significativa diferencia se debe a varios aspectos entre los que destaco al porcentaje del IVA al consumidor (21% contra el 10,5%), la baja rotación del producto que impulsa a los minoristas a incrementar el margen a aplicar al producto y a la informalidad del negocio que genera una competencia desleal aún mayor que la que ocurre en la carne vacuna.

En primer lugar y hablando del IVA al 21%, si bien comprendo que su baja afectaría el equilibrio entre alícuotas diferenciales para la venta y determinados costos y dificultará la recuperación de créditos fiscales existentes como resultado de las fuertes inversiones realizadas en los últimos años, su reducción ayudaría simultáneamente a generar un precio más competitivo al consumidor y la reducción de la ventaja que hoy tienen los evasores respecto del sistema formal. En el caso de la carne vacuna la reducción del IVA al consumidor contribuyó a reducir la evasión. La recuperación del IVA inversión sería más conveniente lograrla en otras instancias (liberación de IVA disponible para el pago de otros impuestos) y obtener los beneficios, a mi juicio mayores, generados por la reducción de la alícuota que encontrará buen eco en la actual Administración.

Respecto del margen minorista, significativamente más alto que en el caso de la carne vacuna tiene como origen la necesidad de los minoristas de generar sus márgenes en relación margen/ rotación por espacio asignado. Este último punto se resuelve incrementando la rotación y al volumen demandado. Fácil decirlo y no tanto hacerlo.

Uno de los éxitos del pollo es la simplicidad de presentación y preparación como plato elaborado. Si analizan el espacio utilizado en góndola frente al ocupado por la carne vacuna verán que en función a las ventas la rotación/volumen vendido por espacio asignado es significativamente más alto que la del pollo que se presenta en no más de 4 o 5 formas de presentación (entero, pata o pata/muslo, pechuga y alguna más). Por el contrario, la carne de cerdo ha seguido, a mi juicio erróneamente, el camino de la vacuna ofreciendo sus productos por corte natural en lugar de concentrar la presentación en no más de 5 formas de cocción (horno, cacerola, plancha, sartén y parrilla). Con ello bajarían el espacio requerido o incrementarían la oferta en el mismo espacio actual, simplificando la decisión de compra por parte de los consumidores, particularmente del ama de casa que cada vez conoce menos de carnes. Un ejemplo claro es como lo presentan en países adonde el consumo está más arraigado.

Confundir el diagnóstico llevará a propuestas de soluciones poco eficaces. En mi humilde opinión, persistir en focalizar los problemas en limitar la importación de carne o e solicitar al Gobierno un esquema de subsidio al valor de los granos, como ocurrió en los últimos años es un error que demorarán el despegue de una actividad que tiene enormes ventajas de eficiencia y competitividad respecto de la líder, la carne vacuna.

(*) Consultor en ganados y carne

 

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