El 82% del mundo cuenta con productos agroindustriales argentinos

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escrito por Germán Piquer

El Monitor de Exportaciones Agroindustriales es un estudio semestral que realiza la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina de (FADA) para exhibir el potencial de los complejos agroindustriales exportadores. Se trata de una herramienta que mide la participación de las exportaciones agro en el total de las exportaciones del país y hace foco en 20 cadenas agroindustriales. Sobre estas cadenas se analizan indicadores de aporte de divisas, derechos de exportación, inserción internacional, ranking a nivel mundial, share de mercado, concentración de destinos y concentración de origen regional.

 

De acuerdo al relevamiento realizado por los especialistas, Argentina llega al 82% del planeta con sus productos agroindustriales. La mitad de lo que produce el país se exporta y el 70% de los dólares que ingresan a las arcas oficiales vienen de las cadenas agroindustriales, lo que genera el necesario superávit de divisas.

 

 

Superávit comercial

 

En 2021 ingresaron USD 54.895 millones en concepto de exportaciones agroindustriales, equivalen al 70% de las exportaciones argentinas. Dicho de otro modo, 7 de cada 10 dólares por exportación provienen de las cadenas del agro.

 

El informe demuestra que este aporte no se repite en todos los rubros: las cadenas agroindustriales y el transporte son los únicos con superávit comercial. De todos modos, lo agroindustrial lidera ampliamente: el saldo positivo del transporte es mínimo con 233 millones de dólares mientras que las cadenas agroindustriales acumularon 45.368 millones de dólares. Por otro lado, el resto de los rubros demandan dólares. “Por eso puede decirse que las cadenas agroindustriales ´financian´ los saldos comerciales deficitarios de los restantes rubros (textil, química y conexos, electrónica, maderera, maquinaria nuclear e industrial). Esto quiere decir que gracias al balance positivo del agro podemos importar ropa, tecnología, maquinaria, etc”, comentó el economista Jefe de FADA, David Miazzo.

 

En el Top Five

 

Argentina es el primer exportador mundial de harina y aceite de soja, aceite y jugo de limón, porotos y maní. Estamos segundos con maíz y yerba, terceros con soja, cuartos con las peras y la leche en polvo y ocupamos el quinto puesto con harina de trigo, camarones y langostinos, lanas, aceite de girasol y carne bovina.

 

 

Al analizar algunos de los productos, es posible conocer que con el aceite de girasol y sus derivados llegamos a 37 países. También que en 49 países disfrutan de nuestros limones, aceites y jugos. También se detalla que estamos en la mesa de 48 países con nuestra carne de vaca. “Es un orgullo estar en esta infinidad de países, pero más importante aún es si pensamos en los empleos argentinos que involucra venderle a otros países y los dólares que ingresan al país producto de esas ventas”, destaca la economista.

 

Empleo y exportaciones

 

Cada vez que se exporta cualquier producto se está generando trabajo. En promedio, de los 20 complejos agro seleccionados, se exporta el 50% de lo que producen las cadenas agroindustriales, la otra mitad abastece lo que consumimos en el país. “Esto quiere decir que, si no le vendiéramos al mundo, miles de esos trabajos no existirían. Además de todos los puestos indirectos que se generan en el circuito de exportar”, reflexionó Pisani Claro, economista del organismo.

 

Además del empleo directo, cada persona que trabaja en este circuito, a su vez consume y genera empleos en otros sectores: construye, compra un auto, ropa, consume en la verdulería, etc.

 

Perspectivas 2022

 

“Las perspectivas para 2022 es que el campo genere aún más dólares que en 2021. Este aumento de las exportaciones se deriva, principalmente, de la mejora de precios, impulsada por la guerra Rusia-Ucrania. Las exportaciones crecerán, aun cuando la producción de granos, carne bovina y uva, por tomar algunos ejemplos, será menor”, expresó Miazzo.

 

Hay tres aspectos que limitarán la producción y la exportaciones: los costos, que han aumentado de manera sustancial, en particular fertilizantes; atraso del tipo de cambio oficial, que encarece costos como los fletes y las labores al medirlas en dólares; y políticas públicas como las restricciones a las exportaciones de trigo, maíz y carne, y medidas que reducen el precio percibido por el productor como los fideicomisos de trigo y aceites y la eliminación de los diferenciales de derechos de exportación de harina y aceite de soja.

 

 

 

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