Una nueva línea genética está marcando un antes y un después en la porcicultura de Colombia. Más eficiente, más rentable y con mejor carne: así es la TN70, la cerda que está transformando lo que llega al plato de los colombianos.
El sector porcino colombiano vive una transformación silenciosa pero poderosa. En los últimos años, el trabajo de industrias y laboratorios ha apuntado a mejorar desde la genética hasta los procesos de crianza y comercialización, lo que ya se refleja en la calidad de la carne de cerdo que consumen los colombianos.
En el centro de esta evolución está la TN70, una línea genética de cerdas desarrollada a partir del cruce entre dos razas puras: la landrace noruega y la yorkshire holandesa. El resultado es un animal de primera generación (F1), cuidadosamente seleccionado para potenciar la productividad sin dejar de lado el bienestar animal.
Según el portal especializado Agronegocios, la TN70 ha comenzado a ganar terreno en las principales zonas productoras del país, como el Eje Cafetero. Y no es casual: esta cerda presenta una excelente conversión alimenticia, temperamento dócil y capacidad para parir camadas numerosas. Su longevidad y facilidad de manejo la convierten en una aliada estratégica para los productores colombianos.
La clave está en lo que se conoce como “vigor híbrido” o “heterosis”: al combinar lo mejor de dos líneas genéticas distintas, la cerda F1 logra niveles superiores de rusticidad, prolificidad y eficiencia. El resultado: animales más productivos, procesos más rentables y cortes de carne de mayor calidad y seguridad para el consumidor.
Un cambio que ya se siente en la mesa
Quienes están involucrados en la cadena porcina —desde granjas hasta puntos de venta— reconocen que la carne de cerdo en Colombia está cambiando. Menores riesgos sanitarios, mejoras en la textura y el sabor, y una producción más eficiente marcan un nuevo estándar. Se trata de una transformación que, aunque técnica, ya tiene impacto directo en la mesa de los consumidores.