La siguiente es una carta abierta enviada a Infopork escrita por la productora Natalia Capellari a las autoridades Argentinas.
Señores dirigentes:
Los productores porcinos estamos atravesando una situación crítica, caracterizada por:
• Aumento generalizado del precio de los commodities, que catapultaron los costos de producción
• Suspensión unilateral en agosto 2008 del pago de compensaciones a los productores porcinos, sistema que había sido puesto en práctica en el 2007 para morigerar los efectos incosteables del punto anterior
• Incremento del precio de los insumos en dólares (núcleos vitamínicos, vacunas, instalaciones, etc.)
• Maniobras especulativas de los grandes frigoríficos, que presionan hacia la baja de los precios del ganado en pie
• Ingreso indiscriminado de materia prima barata desde el exterior
• Inexistencia de una política pública clara para el sector
Este desalentador panorama se vio en las últimas semanas empeorado por la baja dramática del consumo interno como consecuencia de la mal llamada “gripe porcina”, empujando la situación al límite. Ante el silencio de las autoridades sanitarias, la opinión pública quedó a merced de los medios de comunicación y su afán de escándalo redituable.
El daño está hecho y hace zozobrar el enorme esfuerzo que los productores venimos haciendo para promover -sin asistencia oficial- el consumo de carne fresca. Adicionalmente, en los últimos años muchos productores pequeños y medianos hemos realizado una gran inversión para lograr un producto de excelente calidad, incorporando tecnología e innovación genética con el fin de obtener un estatus sanitario equiparable al de los productores europeos y ser así capaces de constituirnos en una alternativa sana a la carne vacuna.
Se pueden recuperar los mercados internacionales que el país tuvo décadas atrás, con el consecuente ingreso de divisas a las arcas del Estado. En el 2008 se dieron los primeros pasos tras 25 años sin exportaciones. Se puede ir por más.
Se puede ofrecer un producto nutritivo, apetecible al paladar argentino y a un buen precio en las góndolas y carnicerías, para que no se siga deteriorando el consumo de proteína cárnica en la dieta promedio del país, históricamente alrededor de los 100 kg/año por habitante.
Se podría crecer a pesar de la crisis, pero en las condiciones actuales no hay quien esté dispuesto a arriesgar ni un solo peso más. Aún peor, ya comenzó a configurarse un escenario sumamente complejo en el que se han paralizado proyectos de inversión firmes y, todavía más grave, empiezan a cerrar granjas. Sin embargo, la reacción oficial no llega.
Somos un sector chico y muy polarizado. No tenemos capacidad de lobby ni quien nos defienda de las grandes empresas que importan y aprietan, de la ausencia de crédito público o privado, de la maraña oficial en la que nuestros reclamos se pierden.
Somos dadores de trabajo para más de treinta mil argentinos. Somos empresas familiares. Somos demandantes de productos y servicios en las economías regionales. Directa o indirectamente damos de comer a muchas familias argentinas que se quedan en los pueblos a hacer la patria cada día.
La carne de cerdo es la proteína animal más consumida en el mundo y aquí estamos obligando a los productores a rematar sus establecimientos.
La realidad obliga a pensar más allá del sector: lo que está verdaderamente en juego es el modelo de desarrollo y de cuyo supuesto progresismo se hace mención hasta el hartazgo.
Quedarán los grandes, los que tienen el respaldo económico suficiente para aguantar el cimbronazo de la crisis internacional, del atropello regional y las salvajes condiciones del mercado local. Quedarán las corporaciones, los grupos económicos y las grandes sociedades, que por su escala logran costos productivos muchos más bajos y emplean proporcionalmente mucha menos mano de obra. Sin ayuda, los productores chicos y medianos no nos vamos a sostener y junto con nosotros no solo se perderán puestos de trabajo, sino también la esperanza de construcción de un país distinto.
Natalia Capellari
Productora de la Pcia. de Buenos Aires
