Los ganaderos británicos cuyas explotaciones no se encuentren en el perímetro de 10 kilómetros en torno a la primera granja en la que se detectó el brote de fiebre aftosa en el sur de Inglaterra, han comenzado a llevar a sus animales a mataderos determinados por las autoridades, después de que el Gobierno británico decidiera anoche levantar parcialmente la prohibición de trasladar el ganado.
No obstante, según explicó a la BBC la directora técnica y veterinaria del Servicio de Higiene en la Carne, Jane Downs, pese a que se han flexibilizado las restricciones, todavía no se funciona con normalidad en el sector.
"Los animales sólo pueden ser trasladados desde fuera de las zonas de vigilancia y protección y tienen que ir a mataderos específicamente aprobados", indicó.
"Esto es para minimizar el riesgo de propagación de la infección si un animal hubiera contraído la enfermedad, y los operarios de los mataderos tienen que cumplir una serie de condiciones estrictas, centradas especialmente en su bioseguridad", explicó.
Por su parte, el presidente del Sindicato Nacional de Granjeros (NFU), Peter Kendall, consideró que "este es un comedido y necesario primer paso en el camino para devolver la industria a la normalidad y mantener los suministros de carne a los consumidores".
No obstante, indicó que "ahora es más vital que nunca que los ganaderos mantengan la vigilancia, controlen a sus animales de forma regular e informen de cualquier sospecha de forma inmediata".
Entretanto, no se espera que hoy se den a conocer los resultados de los análisis practicados a los animales de una tercera granja sacrificados ayer por temor a que también hubieran contraído la fiebre aftosa.
Por el momento, la opción que parecen barajar las autoridades en cuanto a la fuente del contagio es que ésta procedió de empleados de la farmacéutica Merial, cuyas instalaciones se encuentran cerca de la primera granja afectada y donde se estaba elaborando una vacuna contra esta enfermedad.
