El campesino Ariel Rivas, mira con alivio el corral de donde acaba de extraer cuatro cerdos que momentos más tarde venderá en la unidad comercializadora porcina del municipio de Pinar del Río.
Otros cinco animales más pequeños siguen el proceso de ceba.
Un programa para el desarrollo de esta producción implantado hace tres años, con atractivos precios y garantía de compra, hizo que proliferaran los criadores.
El crecimiento fue tal, que a inicios de este año devino serio problema, pues los tres mataderos de la provincia resultaban insuficientes para el sacrificio y procesamiento.
Las cifras hablan por si solas: de unas cinco mil toneladas que se acopiaban en el año 2005, el plan para el 2008 rebasa las 16mil 500, y se estima que el real pudiera ascender a más de 21 mil.
Un reportaje publicado en el periódico Granma a finales de febrero alertaba sobre el desbalance entre la comercialización y la producción, y lo que ello podría representar como desestímulo al amplio movimiento de porcinicultores individuales.
Los organismos relacionados con el tema reaccionaron de inmediato y hoy la situación es mucho más favorable. Cada día son trasladados a la capital más de 500 puercos y una cifra similar va a los mataderos y lozas de sacrificio existentes en los municipios pinareños.
Además de los mercados agropecuarios, otros puntos de venta se han abierto en unidades de víveres y localidades rurales para facilitar la adquisición de este alimento, al que además se le aplicó una discreta rebaja del precio.
Hasta un túnel de congelación del combinado pesquero de La Coloma, fue habilitado para almacenar carne mientras dure la explosión productiva. Solo en el mes de marzo el acopio ascendió a 2 mil 400 toneladas, casi la mitad de lo que se produjo en todo el 2005.
Se estima que tal ritmo se mantendrá durante aproximadamente dos meses y a partir de entonces llegará la estabilidad.
Adalberto Gómez, director de la Empresa Provincial Porcina, considera positiva la superproducción actual, que atribuye a tres factores fundamentales: el surgimiento de distintas formas de convenio con campesinos, las facilidades de compra a todo el que produzca (aún sin contrato), y la implementación de un estimulante sistema de precios.
Todo ello ha contribuido a que hoy sumen decenas de miles las personas que dediquen parte de su tiempo libre a la ceba de estos animales, además de los cientos de campesinos que han fomentado grandes cochiqueras mediante contratos que les garantizan suministros de piensos importados por el Estado.
La economía del país se beneficia al prescindir de importaciones que cada día aumentan su costo en el mercado externo, al tiempo que crece la oferta de un alimento altamente demandado por los cubanos.
