ARGENTINA. Granos en carne, opción para las zonas marginales

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escrito por Redacción Infopork

Con base en Monte Cristo, los hermanos Arinci ganaron escala en el universo agrícola bajo la filosofía de trabajar campos arrendados como si fueran propios. Y hace tiempo vienen pensando en la posibilidad de generar otra actividad para un uso más intensivo a la tierra.

"Las retenciones móviles son malas, pero en algún punto favorecen el valor agregado en la conversión de granos", indicó Raúl Arinci, quien se inclina por transformar cereales en carne de pollo o cerdo, en especial en las zonas más alejadas de puerto.

En esta campaña, uno de los establecimientos en la mira está Monte del Rosario (departamento Río Primero), a 480 kilómetros de Rosario. "Con este nuevo esquema, la rentabilidad de ese campo cae a 12 ó 14 por ciento, que no es un buen margen en función del riesgo que se asume. Por suerte, las lluvias acompañaron esta campaña y esperamos 28 quintales en soja y 80 en maíz", comentó.

Carlos Disandro, del grupo de productores Pormag (Porcino Magro), cree que el impacto es neutro para los cerdos, "siempre y cuando continúe el sistema de compensaciones", un esquema que no convence a todos los sectores.

Frente alta. Oscar Bollati, un productor mixto con un fuerte acento lechero en Colonia San Bartolomé (departamento San Justo), asegura que las compensaciones están mal implementadas. "El año pasado los subsidios llegaron tarde y no sirvieron de nada", afirmó.

Sin embargo, dice que seguirá con la frente alta. Su historia como productor acumula sobrados antecedentes que confirman su casi adictiva inclinación a invertir. Además, en el tambo es difícil pegar un brusco golpe de timón. Cuando se hace, no hay retorno.

"A mi gusta invertir, tomo créditos bancarios cuando puedo. Ahora no puedo cambiar, hay un círculo productivo que me obliga pasar el mal trago y ponerle el pecho hasta donde pueda. Con los animales no se pueden cambiar las cosas de un día para el otro", afirma.

En diciembre sacó un préstamo y compró una picadora Bernardín nueva y una embolsadora, además de dos camiones usados. Además, venía de adquirir una sembradora y tenía en mente sumar palas más grandes y un galpón para la parición de las vacas.

Ahora está entre la espada y la pared. Pero sabe que poner un freno podría ser peor para una estructura que, por ejemplo, demanda ocho camiones de maíz al mes. La de Bolatti es una verdadera fábrica de leche en medio del campo, con un tambo rotativo y 1.050 animales en ordeñe bajo un esquema semi estabulado, además de otros 800 confinados a granos y alimento concentrado.

Contraste. Claro que, entre la "obligación" de invertir (para sostener una estructura en plena evolución) y las ganas de hacerlo hay una gran brecha, por la que parece haberse desbarrancado el ánimo de muchos productores.

Los ojos de Fabián Coronato, que tiene una explotación mixta en Noetinger (agrícola y engorde bovino), no pueden dejar de ver un escenario preocupante. Está por comenzar a levantar el maíz y la soja planificados con determinados costos y rentabilidad.

"Más allá del impacto en el final de esta campaña, de seguir estas condiciones creo que se aplicará menos tecnología, las dosis de fertilizantes serán mínimas y habrá un paquete tecnológico restringido, con todo lo que eso implica en la producción y el negocio", dijo.

Además, advirtió la escasa predisposición a sembrar trigo. "Pocos lo quieren hacer porque aún no se vendió la campaña pasada. Creo que se sembrará poco menos", agregó.

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Los Arinci piensan agregar valor con pollos o cerdos.

Con base en Monte Cristo, los hermanos Arinci ganaron escala en el universo agrícola bajo la filosofía de trabajar campos arrendados como si fueran propios. Y hace tiempo vienen pensando en la posibilidad de generar otra actividad para un uso más intensivo a la tierra.

"Las retenciones móviles son malas, pero en algún punto favorecen el valor agregado en la conversión de granos", indicó Raúl Arinci, quien se inclina por transformar cereales en carne de pollo o cerdo, en especial en las zonas más alejadas de puerto.

En esta campaña, uno de los establecimientos en la mira está Monte del Rosario (departamento Río Primero), a 480 kilómetros de Rosario. "Con este nuevo esquema, la rentabilidad de ese campo cae a 12 ó 14 por ciento, que no es un buen margen en función del riesgo que se asume. Por suerte, las lluvias acompañaron esta campaña y esperamos 28 quintales en soja y 80 en maíz", comentó.

Carlos Disandro, del grupo de productores Pormag (Porcino Magro), cree que el impacto es neutro para los cerdos, "siempre y cuando continúe el sistema de compensaciones", un esquema que no convence a todos los sectores.

Frente alta. Oscar Bollati, un productor mixto con un fuerte acento lechero en Colonia San Bartolomé (departamento San Justo), asegura que las compensaciones están mal implementadas. "El año pasado los subsidios llegaron tarde y no sirvieron de nada", afirmó.

Sin embargo, dice que seguirá con la frente alta. Su historia como productor acumula sobrados antecedentes que confirman su casi adictiva inclinación a invertir. Además, en el tambo es difícil pegar un brusco golpe de timón. Cuando se hace, no hay retorno.

"A mi gusta invertir, tomo créditos bancarios cuando puedo. Ahora no puedo cambiar, hay un círculo productivo que me obliga pasar el mal trago y ponerle el pecho hasta donde pueda. Con los animales no se pueden cambiar las cosas de un día para el otro", afirma.

En diciembre sacó un préstamo y compró una picadora Bernardín nueva y una embolsadora, además de dos camiones usados. Además, venía de adquirir una sembradora y tenía en mente sumar palas más grandes y un galpón para la parición de las vacas.

Ahora está entre la espada y la pared. Pero sabe que poner un freno podría ser peor para una estructura que, por ejemplo, demanda ocho camiones de maíz al mes. La de Bolatti es una verdadera fábrica de leche en medio del campo, con un tambo rotativo y 1.050 animales en ordeñe bajo un esquema semi estabulado, además de otros 800 confinados a granos y alimento concentrado.

Contraste. Claro que, entre la "obligación" de invertir (para sostener una estructura en plena evolución) y las ganas de hacerlo hay una gran brecha, por la que parece haberse desbarrancado el ánimo de muchos productores.

Los ojos de Fabián Coronato, que tiene una explotación mixta en Noetinger (agrícola y engorde bovino), no pueden dejar de ver un escenario preocupante. Está por comenzar a levantar el maíz y la soja planificados con determinados costos y rentabilidad.

"Más allá del impacto en el final de esta campaña, de seguir estas condiciones creo que se aplicará menos tecnología, las dosis de fertilizantes serán mínimas y habrá un paquete tecnológico restringido, con todo lo que eso implica en la producción y el negocio", dijo.

Además, advirtió la escasa predisposición a sembrar trigo. "Pocos lo quieren hacer porque aún no se vendió la campaña pasada. Creo que se sembrará poco menos", agregó.

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