El crujiente y sugestivo sabor de los chicharrones continúa siendo sacrificado por miles de paladares de hondureños, que por miedo a adquirir la influenza AH1N1, han dejado de consumir ese manjar, al igual que la carne y el chorizo de cerdo.
El comportamiento en el consumo de los productos porcinos sigue en picada en toda Honduras y todo por la sicosis que sembró desde un inicio la mortal enfermedad que ya reporta 108 casos a nivel nacional, según las cifras de las autoridades sanitarias.
La venta de carne de cerdo ha bajado a raíz de la propagación de la gripe porcina.
Pese a que al mal se le cambió el nombre, de gripe porcina por influenza AH1NI, los hondureños continúan con el temor de consumir la deliciosa carne y sus derivados.
La situación mantiene en alerta a la Asociación Nacional de Porcicultores de Honduras (Anapoh), que a la fecha calcula una disminución de un 80 por ciento en sus ventas a nivel nacional.
El 80 por ciento de la carne de cerdo que se consume en Honduras, alrededor de cuatro millones de libras, es importada en su mayoría de Estados Unidos, Canadá, México, Guatemala y Costa Rica.
Las ventas se habían disminuido considerablemente, debido al impacto de la crisis financiera mundial y ahora los porcicultores temen una caída estrepitosa ante el desconocimiento de los consumidores, la alarma y medidas adoptadas en el país.
PREOCUPADOS
Sin embargo los más preocupados por la situación son los vendedores de carne que tienen puestos en los distintos mercados, como el de “La Feria del Agricultor”, donde la merma en las ventas es más que evidente, según lo constató ayer LA TRIBUNA.
¡Lleve, lleve carne de cerdo, es higiénica y no tiene la porcina!, con ese gancho ofrecen el producto los comerciantes de este sector, a todos los capitalinos que se acercan a ese lugar en busca de su provisión semanal.
El ingenio, más la preocupación por no vender nada, ha llevado a muchos vendedores como a Carmen Patricia Hernández, de la carnicería 13, a armarse con un anafre para compartir sus apetitosos chicharrones con sus compradores.
“He tenido que traer carbón y un anafre para preparar aquí ante el público mis ricos chicharrones, para que la gente vea que no hay que tener miedo porque comer cerdo no produce la gripe porcina”, dijo convencida la vendedora.
LA TRIBUNA fue fiel testigo cuando la comerciante ofrecía sus chicharrones a Carmen López, quien se llevó una libra por 70 lempiras, que es el precio con el que los expende todos los viernes y sábado.
La resistencia por la compra de la carne de cerdo también se observó en los puestos de venta de Rosa Delia González y de Juana María Oliva, de la carnicería “López”, ambas comerciantes coincidieron que para no perder el producto han tenido que disminuir sus pedidos en más de la mitad.
Otro afectado por la sicosis “porcina” es Juan de Dios García, propietario de la carnicería “Juancito”, que de cinco cerdos ahora ha reducido sus ventas en apenas dos, si es que tiene suerte de vender toda la carne, pues muchas veces recurre a fiar su producto para no acarrear pérdidas.
