MÉXICO. Agonía de la industria porcícola

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escrito por Redacción Infopork

La industria porcícola nacional agoniza debido al “entreguismo” de la Secretaría de Agricultura, que abrió de par en par las fronteras mexicanas a la carne de cerdo estadunidense, vetada en Rusia y China. La “gripe porcina” les dio la puntilla a los productores mexicanos, incapaces de resistir la sobreoferta del producto y el desplome de precios. Muchos claman por plantarse en Los Pinos con todo y cerdos.

La mala gestión de Alberto Cárdenas al frente de la Secretaría de Agricultura y el impacto mediático por el brote de la influenza A/H1N1 –inicialmente llamada “gripe porcina”– fueron el tiro de gracia para la producción de carne de cerdo nacional.

“Estamos tronados”, dice Mario Quintanilla, presidente de la Organización Nacional de Porcicultores (Ornapor) que agrupa a productores medianos y pequeños del país.

Para ellos, el interés de Cárdenas era “terminar con los productores y apoyar a los oligopolios. Más de 70% de los pequeños y medianos productores se acabaron. Casi nos finiquitó”.

A Cárdenas y a la Secretaría de Economía las culpan de la indiscriminada importación de carne de cerdo de Estados Unidos, que actualmente equivale a 160% de la producción nacional, particularmente por los denominados “combos”, contenedores de una tonelada de carne a granel.

Actualmente, los mercados de Rusia y China están cerrados para la carne de cerdo de Estados Unidos. Los productores de aquel país han convertido a México en su válvula de escape, generando sobreoferta y el desplome de precios. Los porcicultores mexicanos venden hoy a 14 o 15 pesos el kilo, cuando su costo de producción ronda los 20 pesos. En abril y mayo era peor: les pagaban 11 pesos por kilo.

El brote de influenza A/H1N1 acabó por paralizar principalmente a los pequeños y medianos porcicultores. Los oligopolios y grandes productores, que apenas significan 20% de los productores, se defienden un poco mejor porque controlan el mercado, explica José Aguirre Gallardo, secretario nacional de Ornapor. Entre todos, dan empleo directo a más de 300 mil personas.

En Guanajuato, dirigentes como Aguirre Gallardo –también presidente de la Asociación de Porcicultores de Irapuato–, claman el apoyo del gobierno del estado para exigir a la federación una especie de indemnización “por el daño mediático que nos causó que el sector salud a nivel mundial y en México difundieran la influenza como porcina, porque eso nos acabó de dejar en una quiebra técnica”.

El “efecto Cárdenas”. Día con día, Ornapor pierde integrantes. Su presidente nacional ya no atina a dar un número de afiliados:

“La Sagarpa maneja una cifra de 47 mil productores en todo el país, según sus censos para los apoyos, pero estamos seguros de que hoy ese número es irreal. Tan sólo nosotros apenas llegamos a 8 mil, y eso que tenemos a toda la granja tecnificada mediana y pequeña, así como la llamada ‘social’, es decir, la familiar.”
El 6 de julio pasado, los porcicultores le entregaron a Felipe Calderón un análisis de la crisis del sector, agudizada en extremo durante este sexenio.

Los productores le pidieron entonces a Calderón la cabeza de Cárdenas, pero el presidente no removió al secretario de Agricultura sino hasta principios de septiembre, para poner en su lugar a Francisco Mayorga.
Los porcicultores estiman que habría que elevar el precio del kilo de carne de cerdo a 25 pesos, pero reconocen que es algo casi imposible: “La situación económica del consumidor no está para esas condiciones, y con la competencia desleal que tenemos enfrente, menos”, dice Quintanilla.

–¿Responsabilizan en forma directa al exsecretario?

–Pues no quisiera ser mal pensado, hicimos un esfuerzo para cambiar el efecto Cárdenas… Mi duda es si el que ha devastado al campo mexicano en general será un efecto Cárdenas, un efecto Calderón o un efecto PAN.
Quintanilla condena lo que considera “un entreguismo” a grandes intereses oligopólicos, en detrimento del campo, a partir del gobierno de Vicente Fox.

“Pasó con el azúcar: éramos exportadores y hoy importamos. ¿Qué pasó con los ingenios? Los terminaron. Eso está pasando con los lecheros, con los polleros, con los porcicultores… Seguimos peleando por que esto sea rentable, por mantener a la familia en el campo, por llegar a ser independientes en la alimentación del pueblo mexicano. Pero nos quisieron tronar.”

–¿Cuál es la magnitud de la crisis?

–Sólo en Jalisco, al cierre del año pasado eran 600 productores menos. A nivel nacional, hemos perdido más de la mitad. Estamos desapareciendo.

“En este momento pasamos por la situación más difícil, la más crítica. No podemos recuperar ni el costo de producción, la gente está abandonando las granjas.”

Paradójicamente, son los intermediarios quienes se llevan las grandes ganancias, elevando el precio al consumidor hasta tres veces de lo que se paga al productor.

Los productores celebraron la salida de Cárdenas y esperaban ajustes para sentarse a definir estrategias, pero “aún no hemos visto acciones”. Tampoco han obtenido una respuesta favorable en la Dirección de Ganadería, a cargo de Everardo González, con quien ya no quieren negociar, señala Mario Quintanilla.

–¿Ya no van a dialogar con los funcionarios de la Sagarpa?

–Yo tenía una cita el jueves 22 con el secretario, y la pasó hasta el 11 de diciembre. El caso es ver con él a dónde vamos, porque si su política es acabar de una vez con el mediano y pequeño productor, pues de nada servirá que sigamos presionando.

Quintanilla reprocha los apoyos directos para la comercialización a los grandes grupos: “Si continúan favoreciendo la introducción de producto gringo para que nos terminen, pues tendremos que decirle a nuestra gente: señores, esto se acabó”.

Ante la inercia del Ejecutivo, el dirigente anuncia que acudirán a la Comisión de Agricultura y Ganadería de la Cámara de Diputados “para pelear el presupuesto que debe usarse para apoyarnos, para los programas”. Por lo pronto, ya busca una alianza con los integrantes de la Confederación Nacional Porcina, que agrupa a los productores más grandes.

No obstante, dirigentes como Carlos García –presidente de la Asociación de Porcicultores de Santa Ana Pacueco, en Pénjamo– reconocen que sus agremiados presionan para recurrir a las protestas, que incluirían plantarse en el Zócalo o frente a Los Pinos, “con todo y puercos”.

García se queja sobre todo de la importación de carne de cerdo estadunidense “sin ningún control”. La paradoja es que las exportaciones mexicanas pueden quedarse varadas hasta tres días en la aduana fronteriza, debido a las restricciones que les imponen para ingresar al mercado de Estados Unidos. En contraste, productores de Sonora y Yucatán venden su producto a Japón –un país mucho más estricto en las medidas de bioseguridad y calidad–, “que está comprando sin problemas la carne mexicana”.

Según García, la importación de los “combos” estadunidenses aumentó 53% entre 2007 y 2008. Para este año, casi se ha duplicado.

Las trabas para exportar. Con 100 mil toneladas de carne anuales, Guanajuato ocupa el cuarto lugar nacional en producción de cerdo, y los efectos de la crisis son proporcionales.

De hecho, según datos de la Ornapor, la región centro-occidente (que abarca los estados de Jalisco, Michoacán, Colima, San Luis Potosí, Zacatecas, Querétaro, Aguascalientes y Guanajuato) concentra a la mayoría de medianos y pequeños productores, pero su número ha decrecido 60% en los últimos cinco años, refiere un documento que la organización le entregó al secretario de Desarrollo Agropecuario de Guanajuato, José María Anaya Ochoa, la semana pasada.

El delegado de la Sagarpa, José Gerardo Morales, informó que hay 14 mil productores en la entidad, aunque sólo 2 mil 500 están organizados. La Ornapor reporta que actualmente si acaso llegan a mil 500.

Anaya Ochoa asegura que el gobierno estatal ha solicitado a la Sagarpa y a la Secretaría de Economía que otorguen a los productores guanajuatenses la certificación para exportar, pero el dirigente local José Aguirre asegura que este trámite tiene por lo menos un año y medio en las instancias federales, sin visos de respuesta.
“Y mientras vienen los oligopolios y ya llegan directo a los mercados domésticos, a los pueblos: Smithfield (representada por Granjas Carroll en Perote, Veracruz) maneja unos 90 mil vientres; Norson (en Sonora), hasta 180 mil… Ellos siguen fortaleciéndose”, asevera. En tanto, en Guanajuato, la producción cayó de 1 millón de cerdos en 2007 a sólo 700 mil en 2009.

El secretario Anaya Ochoa coincide con la demanda de los ganaderos: “Se debe revisar el tema de la importación, los cupos, sobre todo la calidad de la carne. Vienen combos con una calidad que no está etiquetada, no sabemos. Y nosotros, cuando exportamos cualquier producto, tenemos que identificarlo muy bien; deberíamos hacer exactamente lo mismo en la importación”.

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