La industria cárnica francesa Bigard decidió analizar por si misma el impacto en la carne del olor sexual de cerdos machos no castrados. Para ello, un grupo de empleados fueron formados, con el fin de que fueran capaces de detectarlo oliendo la carne.
Se analizó una muestra de 4.800 cerdos que incluían 750 cerdos castrados. El olor sexual fue detectado en un 4% de los cerdos no castrados. También se detectaron falsos negativos a través de un segundo test.
La carne que olía, se procesó en productos charcuteros y nuevamente fue analizada. Productos como el tocino, con un elevado contenido de grasa tenían mucho olor, pero sorprendentemente, jamones cocidos con solo un 3% de grasa también lo tenían. En el caso de productos como salchichas, que podían contener altas concentraciones de androsterona en las glándulas salivares, el olor resultó insoportable, incluso cuando se añadió entre un 50-80% de carne procedente de hembras. Solo la versión Tex-Mex consiguió camuflar el olor.