La empresa justificó la decisión en la rebaja que aplicaron las otras compañías del sector.
Presionada por las bajas de precios aplicadas recientemente por sus competidores, Shell anunció ayer una
reducción de entre 5,1 y 14,9 por ciento en el precio de sus combustibles. La medida, que la compañía calificó de
"provisoria", comenzó a aplicarse esta madrugada en todas las estaciones del país que trabajan bajo los colores de
la marca angloholandesa, según informó la empresa.
En la Capital Federal, las estaciones de Shell, tanto las propias como aquellas que expenden combustible bajo su
bandera, venderán el litro de nafta súper a $ 1,999, la nafta común a $ 1,899, el gasoil a $ 1,799, la V-Power a $
2,449 y el gasoil Pura Diesel a $ 2,049, según el comunicado. Allí se justifica la medida en el "interés de defender"
su participación en el mercado y en la necesidad de proteger las ventas de sus operadores, que sufrieron una sangría
de clientes a manos del resto de las empresas del sector, que ya habían bajado sus precios la semana pasada,
luego de que el Gobierno frenara los permisos de exportación.
El presidente de Shell, Juan José Aranguren, justificó en una entrevista la decisión tomada, que guarda cierta
similitud con aquella adoptada en 2005, luego del boicot convocado por el presidente Néstor Kirchner: "Nosotros
tenemos una necesidad, primero evaluamos las condiciones de mercado y después tenemos que analizar la
situación de nuestros socios, los operadores de estaciones de servicio de la marca Shell".
El comunicado aclara que la baja de precios "no está vinculada al otorgamiento -o no- de permisos de exportación".
Aranguren insistió en esta idea. Argumentó que se venden en el exterior productos que no se demandan aquí, de
baja calidad, o el excedente de la producción de las refinerías. "La exportación es una consecuencia de nuestro
negocio principal. No estamos en un mercado de exportación", dijo.
No fue el único argumento que dio para despegar la decisión tomada ayer del negocio que supo ser un oasis de
ingresos para el sector, el cual, además, dijo que dejó de ser atractivo por la modificación del esquema de
retenciones, que además complicó las compras de petróleo porque no pueden aún acordar con las petroleras si el
valor de corte del barril, de US$ 42, debe funcionar como piso o techo de las negociaciones. "Antes, cuando regía el
viejo esquema, exportar era la crema del negocio, pero ahora ya no es conveniente. El negocio de la exportación dejó
de ser atractivo", despachó.
Aranguren se hizo cargo de la decisión, pero apuntó contra Repsol YPF: se mostró molesto por la retracción parcial
de los aumentos que los consumidores avalaron a lo largo de 2007 -y que llegaron a acumular el 30%- que días atrás
inauguró la petrolera hispano-argentina, y que fue imitada luego por Petrobras y Esso.