La ganadería vive una situación muy complicada que se agrava por una crisis muy aguda; así, los precios del vacuno, el porcino y el ovino han descendido notablemente en los últimos dos años y además, el consumidor no se beneficia en absoluto de todo ello. El campo vive tiempos difíciles.
La crisis ganadera no es ni mejor ni peor que la agrícola, porque ninguna crisis es buena”, sentencia un agricultor y ganadero afectado. “Ahora, a lo mejor es peor la ganadera, pero hace años fue mucho más negativa la agrícola”, dice.
“El ganado aquí en Salamanca se encuentra es situación de Alerta Roja, y el mercado no sé ni cómo sigue funcionando en esta provincia. Las normas son muy complicadas de cumplir y se vende muy poco. La ganadería salmantina se encuentra en quiebra técnica, los costes superan ampliamente a los ingresos, y no se podrá mantener esta situación durante mucho tiempo, porque perdiendo dinero se aguanta poco tiempo”, señala un agricultor de la comarca de Ledesma.
A continuación, analizaremos la situación por sectores: en cuanto al porcino, los precios han caído estrepitosamente en poco tiempo; por ejemplo, los precios de este año con respecto a los dos últimos reflejan datos desoladores: un cerdo de 170 kilogramos vale 180 ptas./kg. actualmente, para un total de 30.000 ptas. (180 euros). Hace dos años se pagaba a 300 ptas./kg. para un total de cerca de 50.000 ptas. (300 euros) con lo que la diferencia es bastante considerable; 120 euros en tan sólo dos años, todo ello con la consiguiente subida de los piensos. “La cebada pasó de valer 23 ptas. hasta las 40 que se ha llegado a pagar en el invierno. Y hablo en pesetas, porque así nos entendemos todos mejor”, señala.
“Dicen que la crisis viene motivada por la saturación de cerdos que existe en el mercado y se venden muy mal, debido, entre otras cosas, a la especulación de los intermediarios, aunque ellos mismos señalan que se venden pocos jamones, pocos lomos… porque la crisis afecta a todos. Pero aparte de los 120 euros de diferencia también hay que destacar el precio del pienso que pueden ser otros 60 ó 70 euros, con lo que hay una diferencia en un cerdo de 180 euros”, apunta el ganadero afectado. “Aquí en Salamanca se había apostado fuerte por el porcino, por la industria de Guijuelo y demás, y ha llevado a la gente a meterse en inversiones muy fuertes, instalaciones modernas, muy costosas y ahora mismo se ven entre la espada y la pared porque no pueden afrontar los gastos, la gente sacrifica muchos cerdos y se está reduciendo la cabaña”, apuntó.
En cuanto al vacuno, parecía a priori que no estaba tan afectado como el porcino o el ovino, pero en los últimos meses sufrió una caída en picado, la ventas descendieron notablemente, las cuadras están llenas, los ganaderos están mal porque los terneros no salen de los cebaderos y se pasan de peso. “En este caso, un añojo de 350 kilogramos ha pasado de costar hace un año y medio 210.000 pesetas para valer tan sólo 165.000 ptas. siempre y cuando se pueda vender porque tienen muy mala salida en el mercado. También influye que, cuando la situación comenzó a despuntar un poco, aparecieron los dos casos de muertes por la enfermedad de las ‘vacas locas’ y se frenó otra vez el consumo, y por consiguiente los precios”, señala. Otra de las causas es la importación de carne de fuera que viene a menos precio, menos calidad y cumpliendo menos normas sanitarias que las que se cumplen en España; “en cierto modo se puede hablar de competencia desleal”.
Por otra parte, el ganado ovino también se ve afectado, en especial por la vertebración de las zonas rurales más deprimidas y más pobres, porque la oveja está ligada a esos territorios más desfavorecidos, y con esta crisis, “detrás de la oveja van los pueblos más desfavorecidos”. El ovino lleva arrastrando una crisis desde hace dos o tres años, y un cordero se pagaba a 60 ó 70 euros, y hoy se están pagando, pese al repunte actual, a 30 ó 40 euros, pero con mala salida y venta y suplicando para que los lleven. Además, está el factor de encontrar un pastor, algo que esacsea, y no se les pueden pagar los sueldos porque no da para ello. Esto conlleva a la eliminación de cabezas de oveja.
En resumen, “esta crisis es muy aguda, y Salamanca, que vive fundamentalmente de la agricultura y la ganadería, lleva varios años tirando con la ganadería, y ahora se le ha dado un palo muy fuerte. Pero volvemos a lo mismo de siempre; los precios están muy bajos y la carne sigue estando cara; pero el consumidor sigue sin beneficiarse mientras que el ganadero asume los costes de producción, se los come y no puede hacer nada”, dice el ganadero afectado.
“Las soluciones son muy complejas, pero pasan por la restricción de la importación, cuidar las medidas sanitarias al competir con gente que no cumple las mismas; también se debería dejar de saturar el mercado y el consumo ha bajado porque la gente tiene menos dinero”, sentencia.
