Las investigaciones sobre el origen del brote de fiebre aftosa en el condado de Surrey (Reino Unido) dieron ayer un espectacular vuelco tras descubrirse un caso de legionela en el laboratorio de Pirbright, principal sospechoso de haber extendido el virus.
Ayer se supo que un empleado del Instituto para la Salud Animal, que comparte las instalaciones del laboratorio con la farmacéutica Merial, padeció legionela. Esto llevó a los investigadores que tratan de determinar el origen del brote infeccioso a plantearse la duda de si este mismo trabajador pudo también haber contraído el virus de la fiebre aftosa.
Sin embargo, la Agencia para la Protección de la Salud del Reino Unido se apresuró a confirmar que no hay relación entre esta enfermedad y la legionela. Aun así, las autoridades intentaban ayer establecer dónde había estado el empleado entre 10 y 15 días antes de caer enfermo, en busca de pistas que clarifiquen la investigación. Hoy se esperan los análisis realizados en una tercera granja en la que se han sacrificado, como medida de precaución, 362 cabezas de ganado, lo que eleva el número total de sacrificios por encima del medio millar.
La situación todavía no se ha normalizado, pero los ganaderos pueden al menos llevar ya sus animales al matadero. Por su parte, Francia, previa consulta con las organizaciones profesionales y la Agencia Nacional de Seguridad Alimentaria, ha levantado todas las restricciones que decretó tras conocerse el brote de fiebre aftosa
