Desde la AMEG, Asesoría Integral de Negocios Porcinos y el GCMA coincidieron en que la apertura indiscriminada del mercado mexicano para la carne extranjera, representa un riesgo en materia sanitaria y comercial.
Héctor Garza Garza, presidente de la Asociación Mexicana de Productores de Carne (AMEG), aseguró que el sector está de acuerdo en que tienen la responsabilidad de combatir el encarecimiento de los alimentos con el apoyo de toda la cadena productiva, sin embargo, la importación no es parte de la solución.
Comentó que al ser México un país autosuficiente en cárnicos bovinos, difícilmente las compras desde Brasil y Argentina van a derivar en un impacto a la baja en el precio final que el consumidor debe cubrir a la hora de realizar las compras en los diferentes puntos de venta.
Hasta el momento, aclaró, ha llegado un volumen inferior de carne de res proveniente de los países sudamericanos a los que recientemente se abrió el mercado nacional, conformado por productos considerados como de nicho por su alto costo.
Esto quiere decir que no existe un riesgo en cuanto a temas de competitividad o rentabilidad; el factor que preocupa, es el sanitario, ya que se trata de alimentos producidos en regiones que tienen un historial con enfermedades del ganado.
Sobreoferta y bajos precios, en el caso de la porcicultura
Durante el webinario «Riesgos y consecuencias en la importación de carne de origen brasileño y argentino», Roberto Mendoza Pesquera, analista de Asesoría Integral de Negocios Porcinos (AINP), señaló que ya se había manifestado una baja demanda a causa de la inflación en la carne de cerdo, lo que en conjunto con las importaciones, resultó en sobreoferta.
A causa de este mayor suministro de dicha proteína animal, comenzó a caer la cotización del cerdo en pie pagada al productor y por lo tanto, su rentabilidad y márgenes de ganancia se vieron afectados negativamente, sin embargo, el valor ofertado al consumidor continuó sin disminuir.
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Aseveró que la importación desmedida, reduce el alcance que tienen los porcicultores mexicanos para posicionar sus animales, por lo que terminan abaratándolos para paliar los altos costos operativos en las granjas.
Esta situación, acotó, deja en evidencia la necesidad de que nuestro mercado se restrinja para adaptarse mejor a la realidad de crisis que atraviesa el sector, con la finalidad de evitar que los productores sigan abandonando la actividad.
Sin apoyo real por parte del Gobierno Federal
En el evento organizado por Agroeducación, Juan Carlos Anaya, director general del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), comentó que estas dificultades y preocupaciones derivan del empeño del Gobierno Federal por combatir la inflación a través de la apertura indiscriminada del mercado mexicano.
Expresó que la estrategia de las autoridades debería enfocarse en impulsar y salvaguardar la producción local para ampliar el suministro de proteína animal asequible, sin dejar de cuidar la rentabilidad del sector pecuario.
Ante la ausencia de estrategias adecuadas por parte del gobierno, concluyó que los ganaderos y porcicultores deben aprovechar al máximo todos sus recursos e invertir en la administración de riesgos, con el propósito de estar mejor preparados para las épocas complicadas.
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