Miles de personas enferman o mueren cada año en China por alimentos o medicamentos adulterados y falta de control mientras que muchos países, deseosos de vender sus productos a China, esperan años autorizaciones que no llegan, en un proteccionismo disfrazado de exigencias de calidad.
Productos hortifrutículas o ganaderos de numerosos países latinoamericanos, la carne argentina o el jamón español, entre otros, esperan la 'luz verde' para entrar, pero China exportó en 2006 carnes, mariscos, pescados, verduras, frutas y bebidas por valor de 31.000 millones de dólares.
Solamente las exportaciones de productos cultivados se elevaron en el primer trimestre de 2007 a 1.300 millones de dólares, un 48,7 por ciento más que el mismo período e 2006, según cifras del ministerio de Comercio.
El papel creciente de China como exportador de alimentos, en aumento anual del 10,0 por ciento desde 2002 y del 24,8 por ciento en el primer trimestre de 2007 (quinta tras UE, EEUU, Canadá y Brasil), explica la preocupación internacional tras recientes escándalos en que productos chinos están implicados en muertes y enfermedades.
Consciente de la necesidad de no perder ventas (el 3,2 por ciento de las mundiales en el sector), tras semanas de silencio y temeroso de las consecuencias, Pekín reaccionó pero responsabilizando a la manipulación de los importadores extranjeros.
Alimentos y medicinas adulteradas causan muchas muertes al año en China y aún están recientes escándalos como el de la leche maternizada falsificada o la venta de huevos sin fecha de caducidad.
'Las empresas chinas fueron responsables por confundir en el empaquetado', se limitó a decir Wei Chuanzhong, viceministro de la Administración General de Supervisión de la Calidad, Inspección y Cuarentena sin aceptar un ápice de responsabilidad china en el fraude del jarabe en Panamá que causó un centenar de muertes.