El obispo de la diócesis de Caacupé, monseñor Claudio Giménez, manifestó que la crisis y la terrible situación en el campo se va agravando cada vez más. Indicó que habrá una confrontación muy seria si no tiene una solución. Instó al Gobierno a indicar claramente qué deben hacer todos los paraguayos.
La situación crítica en el campo y sus posibles graves consecuencias fueron el tema de la homilía de monseñor Claudio Giménez durante la misa en Caacupé.
Durante su misa de ayer en esta ciudad, ante una multitudinaria presencia de peregrinantes, Monseñor Claudio Giménez expresó su preocupación acerca de la crisis en el campo que se va agravando cada vez más. Indicó que si esto no tiene una rápida solución, la impresión generalizada es que puede caer en una confrontación muy seria.
“Creo debe haber allí reglas claras, tiene que haber una voz conductora, un gobierno que indique claramente lo que tenemos que hacer todos los paraguayos sin exclusión de nadie”, enfatizó.
Manifestó que otra problemática que preocupa al pueblo paraguayo es el anuncio de que somos el país productor número uno de marihuana en América Latina y segundo en el mundo.
Al respecto, consideró que se ha dejado pasar mucho tiempo sin actuar con claridad en ese campo, agregando que ahora estamos recogiendo las consecuencias de ese accionar silencioso y, por lo que se ve, sumamente efectivo. “Ahora esto explotó a nivel mundial, los paraguayos somos marihuaneros numero uno”, resaltó.
“Da pena, es realmente una vergüenza que nuestro hermoso país tenga que haberse convertido en un país donde la falta de conducción clara está por encima de todo, cada cual hace su propio reglamento y se maneja como quiere”, dijo el sacerdote.
Por otro lado, comentó la gran preocupación que existe en torno a los accidentes con motocicletas. Señaló que es alarmante la cantidad de muertes jóvenes por falta de reglas claras, indicaciones y las orientaciones de los padres.
“No podemos dejar simplemente que se lancen en los brazos de la muerte por falta de orientación, de prudencia y de preparación. Todos debemos colaborar para que nuestros jóvenes no sigan muriendo diariamente”, dijo.
Señaló que Dios está utilizando a mucha gente como instrumento de construcción de su reino, y que hacia ahí nos vamos encaminando, vamos orientando nuestra vida, nuestra existencia como persona y como sociedad, como pueblo y como mundo.
Mencionó que la doctrina social de la Iglesia aporta valores y beneficia a la vida humana trabajando por la paz, la verdad, la justicia, la santidad. Los valores de la gracia, de la pureza, que es la transparencia de nuestro corazón, de nuestras intenciones, de nuestras acciones, la honestidad de vida y la práctica concreta en todos los ámbitos donde nos encontramos.
La construcción de este reino debe ayudarnos a superar poco a poco con la mejor buena voluntad, la inseguridad, la violencia, entre otros. También esta construcción debe ayudarnos a superar nuestras impurezas y todo lo que corrompe nuestras vidas.
“El bautismo nos ha convertido en ciudadanos del reino de Jesucristo; por ello, se debe tener en cuenta el eje principal de este reino, que es el amor; se debe practicar la caridad, la solidaridad, la misericordia, la cercanía afectiva y efectiva de nuestro hermanos que más nos necesitan”, finalizó el obispo.
