LA PORCINOCULTURA RACIONAL EN LA REGIÓN DEL NOA DESDE EL AÑO 1988 AL 2001

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escrito por Germán Piquer

Autor: Médico Veterinario LUIS DAVID BAZA

Profesor adjunto de la catedra de Enfermedades Transmisibles y Toxicas de los Porcinos.

Director del Hospital Escuela de la FAZ.

FACULTAD de AGRONOMÍA y ZOOTECNIA de la UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMÁN.

 

La presente investigación surge con base en la idea de abordar para su estudio una experiencia productiva, organizativa y económica desarrollada en la provincia de Tucumán, Argentina, la que fue considerada exitosa en un determinado ciclo.

Hay elementos que indican que la misma estuvo correctamente concebida (técnica y productivamente), sus dirigentes probos y aceptados por su inserción en el medio productivo. Sin embargo, no logró ser sustentable. Cuando me refiero a la región del NOA, represento lo sucedido con el desarrollo de la producción porcina, en las provincias de Tucumán, Salta, Jujuy, Santiago del Estero y Catamarca. En estas no existía ningún tipo de emprendimiento porcino con una estructura y organización empresarial y mucho menos productiva hasta ese momento. Nada mejor para comenzar, que hacerlo por el inicio de los sucesos y por eso debemos ubicarnos en el contexto de los acontecimientos desarrollados a partir de 1990 en la provincia de Tucumán.

Históricamente, la provincia de Tucumán se asoció con la producción azucarera, agroindustria ésta que atravesó y atraviesa una indeterminada situación económica, que está cumpliendo 50 años de crisis y dificultades. El 21 de agosto de 1966 por el decreto-ley 16.926 y las restantes medidas tomadas por el gobierno de facto presidido por Juan Carlos Onganía se impusieron el cierre forzado de 11 de los 27 ingenios existentes en Tucumán, que incluso trajo como consecuencia el vaciamiento demográfico de la provincia. Aunque resulte sorprendente, condujo al exilio interior a unos 250.000 tucumanos (casi una tercera parte de su población en esa época), con sus lógicas consecuencias sociales. Meses antes de su derrocamiento, el gobernador Lázaro Barbieri lo había advertido. «Si los problemas de la provincia no se resuelven, Tucumán tendrá que ser dividida en dos partes: una se la daremos al Norte, para que los industriales de Salta y Jujuy cuiden de ella, y a los otros 500.000 habitantes, que se los lleve Buenos Aires: total, ya está acostumbrado a acumular escombros en sus villas miseria». (Del libro -en prensa- de Roberto Pucci «Tucumán 1966. Historia de la destrucción de una provincia»).

El resto de las producciones como de limón, tabaco, granos, frutihortícolas, generan productos con calidad que en su mayor parte son exportados y producidos en condiciones de temporalidad.

La producción pecuaria entre ellas la lechería en la cuenca de Trancas y la Cooperativa COOTAN responsable de procesar la producción local, tampoco escapan a la situación y en poco tiempo cerrara definitivamente, empeorando la situación de los productores que deben absorber los costos en fletes de la leche a la provincia de Santa fe y luego esta volver industrializada.

La producción de cerdos es de tipo familiar y de traspatio, la faena es en un 90% sin control veterinario y sin pasar por frigoríficos habilitados. La ganadería cada vez es más desplazada a zonas limítrofes por el avance de la soja. Solo sobresale una incipiente producción avícola que a partir de 1978 comenzó a tener injerencia con la incorporación de tecnología. Esta situación es inexplicable en una región con una gran variedad agroecológica, facilitando las condiciones y potencialidades para la generación de producciones altamente rentables, que contrastan con la falta de desarrollo del área rural tucumana. Estrechamente vinculada con una estructura agraria de minifundio y sistemas productivos basados en el monocultivo, con escasa tecnología, precariedad en la tenencia de la tierra, sin incorporación de valor agregado, con bajo poder de negociación en los mercados y falta de políticas adecuadas a la realidad de estos sectores de pequeña producción agropecuaria.

Y como es bien sabido en los momentos de crisis se agudizan los sentidos y el hombre desarrolla su imaginación y capacidad de crear nuevas artes. Por lo que surge que, la provincia es deficitaria en la producción de carnes en general y debe importar el 80% de su consumo y con respecto al cerdo este porcentaje se eleva al 91%. Por lo que se establece la posibilidad de revertir en parte, la situación social y estructural de la población rural, a través de la producción de carne de cerdos y su industrialización.

Y tienen su razón de ser en la oportunidad de la Universidad de participar y aportar soluciones a los problemas sociales que como fracción de una sociedad a la debe insertarse e intuir las soluciones que le corresponden.

La Universidad Nacional de Tucumán, elaboró y promovió la implementación del Proyecto Universitario de Promoción Comunitaria (P.U.P.C – U.N.T) que se desarrolló desde 1988 a 1994.
En el marco del P.U.P.C. participaron numerosas facultades de la U.N.T., habiendo sido pionera la Facultad de Medicina junto a Agronomía y Zootecnia y Arquitectura, entre otras. cuya misión es la de articular Docencia, Investigación y Extensión, en un intento por hacerlo realidad.
Es en Tucumán cuando comienza a gestarse el programa de producción porcina y que se desarrolló en la provincia, partiendo del antecedente y la experiencia desarrollada por la Facultad de Agronomía y Zootecnia (FAZ). Entre los docentes de la FAZ, el Ingeniero zootecnista Jorge Dietrich considera que, a la hora de buscar soluciones, el primer dato que impacta es el del déficit de proteínas de origen animal que tiene la provincia, lo que obliga a gastar anualmente 38, 8 millones de pesos en importación de otras regiones. Entonces surge la idea de producir carne de cerdo con determinadas características, no solo para incrementar la producción de proteínas sino también a disminuir el impacto social de la crisis económica, creando fuentes de trabajo y retener recursos que actualmente emigran de la provincia y de la región del NOA. (Reportaje extraído de la Publicación Cambios con Impacto, de la Secretaria de Agricultura, Ganadería y Pesca 1995)

El caso estudiado corresponde a una experiencia desarrollada en la provincia de Tucumán y que fue el “Programa Integral de Producción Porcina” asumido luego por la Cooperativa de Productores Agraria de Tucumán (COOPRATUC) entre los años 1996 y 2000; y por la División Tabaco de la entonces Secretaría de Agricultura y Ganadería de la provincia, con el programa de diversificación de la producción tabacalera durante los años 1997 a 1999 y que aún se mantiene funcionando en mínima medida.

Y en último lugar se creó CAPOT, cooperativa productores de Trancas, que estaba formada por productores de la cuenca lechera de Trancas al norte de la provincia y limitando con la provincia de Salta. A estas asociaciones también, aunque en mínima medida se incorporaron algunos productores particulares. En el caso de COOPAS y CAPOT se integraron a SIP. SA, en el total el Programa Integral en toda la provincia involucró a unos 92 productores. La Cooperativa de Productores Cañeros de Tucumán cuyo presidente, el Dr. Manuel A. Martínez Zuccardi implementa el proyecto, como un programa de diversificación de la producción cañera.

COOPRATUC fue fundada el 1 de agosto de 1974 (resolución n° 230 de la secretaria de acción cooperativa, matricula n° 7708), que cuenta con 5.214 socios con un promedio de 7 hectáreas de caña cultivada por asociado. La actividad principal de la cooperativa es la producción de azúcar, su comercialización y la provisión de insumos a sus asociados. El volumen de operaciones global de esta cooperativa es de 11,48 millones de pesos (año 1991).

La mayoría de los asociados son preponderantemente pequeños productores minifundistas dedicados exclusivamente a la producción de caña de azúcar, cuya dependencia del monocultivo potencia su riesgo económico.

Entonces la Cooperativa adopta el proyecto y fija como principales objetivos el abastecimiento regional de carne porcina de producción local, la diversificación de la producción cañera y la generación de empleos. El mismo consistió en incorporar 29 productores que se ofrecieron voluntariamente, a estos se agregaron los tres productores provenientes de Promoción Comunitaria del Proyecto Universitario (P U P C / UNT) y que luego de ser seleccionados se les entregaron 10 cerdas y un padrillo, 3 parideras de fibra de vidrio tipo iglú, más un método de cerca eléctrica para contención de los animales y un sistema de bebederos automático.

El alimento para los animales, el asesoramiento y el servicio de veterinaria (medicamentoso y profesional). El modelo contemplaba la integración de los productores de lechones (empresas de cría) al complejo productivo-industrial-comercial (ingenio porcícola: herramienta de transformación de escala) y a la administración asociativa (gestión técnica, contable y política informatizada) en un sistema de maquila de cerdos. El productor primario sería propietario y por ende partícipe del valor agregado que se incorporaba al producto en cada etapa. Este Programa buscó en su origen, solucionar la situación de anacronismo productivo regional, no solo con incorporación tecnológica, sino ampliación de escala mediante la integración de pequeños y medianos productores locales para lograr cumplir con las exigencias crecientes de un mercado desarrollado.

El objetivo central fue crear un sistema de administración para integrar a pequeños y medianos productores de porcinos en un esquema de maquila de porcinos, en el marco del Modelo Integral de Producción Porcina, para poder completar el trípode producción integrada – estructura integradora de escala – administración asociativa y de distribución de la integración.
Los resultados que se esperaban hablaban de lograr una herramienta administrativa, que permitiese a los pequeños y medianos productores de porcinos, poder competir en un contexto de globalización de los mercados mundiales, evitando su marginación social y éxodo a centros urbanos superpoblados, y permitir la evolución y sobrevivencia del Modelo Integral de Producción Porcina en la región, para transferirlo al medio socio económico, como experiencia ejemplificadora para ser transferida a otras producciones pecuarias.

Todo el sistema fue concebido como si fuese una industria azucarera, incluso la terminología que se utilizo fue característica por ejemplo ingenio porcícola, maquila y warrant. Los productores debían disponer de 2 hectáreas como mínimo donde producían lechones y conformaban un módulo productivo estándar (empresa de cría o fábrica de lechones). Los lechones eran entregados a la pista de engorde (complejo productivo- industrial-comercial y administrativo o ingenio porcícola) y por esto recibían en compensación 60 kg de alimento, más una suma de dinero en un sistema de “Maquila de cerdos”, es decir que el productor primario es participe del valor agregado del producto final industrializado y comercializado. El alimento se tercerizaba en un primer momento, pero luego de tener algunos inconvenientes sobre todo con la calidad del alimento se tomó la decisión de producir el alimento en forma propia. Más aun después de adquirir el predio del Bracho en donde se instala el ingenio porcícola con 5 galpones de 550 mts cuadrados c/u, más galpón de alimentos con un molino para 5.000 kg hora, silos para 100.000 kg, oficinas, sanitarios y salón de eventos y dos surgentes, caminos y canales pluviales.

En una etapa posterior se amplía el programa hacia un engorde de bovinos con corrales, balanza, instalaciones, manga y casilla de operaciones. Un separador de solidos completo el proceso de purificación de efluentes. Con el producto obtenido del separador de sólidos más pellets de trigo, sales minerales y melaza se conformó la ración para el engorde de bovinos con resultados muy favorables logrando ganancias de más de 1,500 kg/día.

El punto 1-6 del proyecto, con el título de COOPERACIÓN TÉCNICA, dice textualmente: el proyecto prevee la participación de los asociados en el proceso de crianza de lechones (gestión empresarial familiar), lo cual solo será posible en la medida que se brinde, por parte de la cooperativa, permanente y adecuada asistencia técnica al productor sobre aspectos organizativos y administrativos del manejo reproductivo, nutricional y sanitario, lo que estará cubierto por tres técnicos profesionales en producción porcina.

La administración estaba centralizada en el área contable de la cooperativa, el directorio tomaba las decisiones a seguir junto al cuerpo técnico. Sin embargo, es relevante contextualizar esto en los escenarios macroeconómicos. El Congreso de la Nación en 1991 aprobaba la Ley de Convertibilidad Monetaria que fijaba la cotización de la entonces moneda (el Austral) en razón de 10.000 unidades por cada dólar.

En 1992 el Plan recuperaba el peso como unidad de cuenta nacional sobre la paridad exacta y fija con respecto al dólar, y se prohibía además toda emisión de moneda sin el respaldo en las reservas internacionales de divisas. Si bien el programa trajo aparejada cierta estabilidad, posibilidad de viajes al exterior, compras en cuotas y con tarjetas de crédito, esos frutos tuvieron como contrapartida la caída de las exportaciones agropecuarias y la importación subsidiada de productos pecuarios, entre ellos la carne cerdo y sus derivados, y fueron liberados los mercados de productos como, por ejemplo, lácteos, azúcar, vino, yerba, carne, entre otros. Hasta ese momento la producción se financiaba en COOPAS (Cooperativa de Productores Asociados) mediante el Fondo Especial del Tabaco y el Banco Galicia a través de SIP SA, por medio de la Maquila Azucarera con la emisión de Warrants en COOPRATUC y la municipalidad de Trancas financiaba a CAPOT.
Paralelamente Brasil comenzaba un despegue formidable en su producción y la devaluación de su moneda en enero de 1999 le quitó competitividad a la economía Argentina, lo que junto con la caída del valor de los granos y las carnes de exportación tuvieron un gran impacto en la economía agropecuaria nacional, que había entrado a partir de mediados de 1998 en un proceso recesivo. Asimismo, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre EEUU, Méjico y Canadá produjo un corrimiento de la oferta, con la consecuencia que a los frigoríficos locales les resultaba más barato adquirir un cerdo mexicano de excelente calidad (0.80 U$/kg.).

En este marco, COOPRATUC no fue considerada lo suficientemente fuerte, y los agentes financieros retiraron toda forma de financiación. A lo anterior se sumaba el crecimiento en el número de madres que pasó de 100 en 1996 a 2000 madres en 1999, con 10.000 animales en crecimiento y terminación (para lo cual es necesario invertir 3.500.000 kg de alimento y esperar durante 240 días para obtener el retorno del capital).Obturadas las fuentes de financiamiento, la situación del Programa Integral de Producción Porcina se volvió altamente vulnerable, lo que habilita la posibilidad de indagar respecto a cuán sustentable podría haber sido esta experiencia bajo estos escenarios, pero con procesos participativos, educativos y organizacionales fortalecidos.

Nos queda una importante experiencia, más de 6.000 mts. cubiertos de galpones de engorde de primer nivel, 2 plantas de alimentos balanceados de 5.000 kg hora, un grupo de productores con ganas de reincidir en el cerdo y lo más importante, una nueva generación de técnicos.

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